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miércoles, 20 de abril de 2011
Nad Yoga: Perspectiva y enfoque de la Asociación Bonaerense de Yoga (ABY)
por Marcelo de Aquino Vicente
Prof. de Nad Yoga
Prof. de Nad Yoga
Hace tiempo vengo sintiendo la necesidad de escribir un artículo que, si bien está muy lejos de la experiencia práctica, pueda aclarar dos aspectos fundamentales relacionados al sonido y a su aplicación con fines terapéuticos o espirituales: el auge de las terapias de sonido en general por un lado y de qué se trata realmente la disciplina Nad Yoga por el otro.
Comencemos por el principio. La palabra sánscrita Nad se traduce habitualmente como sonido, pero esto se hace solo a los efectos de que podamos albergar el concepto en nuestra mente y asociarlo con algo conocido: los sonidos externos audibles y sus combinaciones particulares relacionadas o no a sistemas musicales determinados. Habitualmente, se tiende a considerar que la práctica de Nad Yoga se refiere exclusivamente a escuchar música, ya sea grabada o ejecutada por algún instrumentista, o en el mejor de los casos a que el alumno genere sonidos vocales o cante un mantra específico. Más aún, se cree que el trabajo se agota en los sonidos descriptos anteriormente. Considerando esto desde la propuesta de la Asociación Bonaerense de Yoga, de ahora en más ABY, puedo decir que esta visión está muy lejos de ser el trabajo serio, comprometido e integral que proponemos, no porque las actividades mencionadas no se utilicen en las clases sino porque los

Sucede algo sumamente llamativo con esta actividad ya que debido a la traducción simplista Yoga del Sonido y a la ignorancia en la práctica e investigación en este campo, parecería que cualquier sonido o música entraría dentro de ésta categoría o que solo bastaría con generar combinaciones sonoras sin importar el estado interior de quién lo está haciendo y además ignorar, básicamente por falta de experimentación y práctica con uno mismo, cuáles son los efectos que uno está produciendo en quien escucha esa música. Quedan a la vista las consecuencias inadecuadas que puede motivar un trabajo de este tipo. Por ello es que el perfume que impregna a la propuesta de la ABY es el de una actividad voluntaria y consciente con la espontaneidad de aquellos que se saben partes integrantes de un todo en continuo movimiento.
En cuanto a la práctica en sí, otra característica distintiva de este enfoque es que le imprime una apertura infinita al método de trabajo, ya que no se descarta ningún sonido ni sistema musical, sino que se los considera como medios para el logro de objetivos más o menos inmediatos dentro del marco que se conoce como Vinyasa. No solo eso sino que se utilizan todas las demás técnicas pertenecientes a otras líneas de Yoga como asanas, pranayama, meditación, visualización, etc. y se las integra en un sistema armónico y coherente. De esta manera, se puede ver a la disciplina del Nad Yoga como aquella que engloba, contiene e interrelaciona todos los sistemas de yoga y los dirige hacia un experiencia de realidad superior.
En esta propuesta, los sonidos y la música en este plano se utilizan como símbolos y no como fines en si mismos, es decir, como representaciones similares de lo que ocurre en planos más profundos de la conciencia que permiten al individuo naturalmente ir flexibilizando su concepción sólida del mundo y reconociendo las cualidades inherentes al Ser. Esta palabra me resulta muy interesante porque denota algo que siempre ES, no algo que fue o algo que será, sino aquello que está en constante movimiento, y aquí aparece el punto central, la continuidad de la mente. La continuidad es siempre presente y se asemeja a la percepción que uno tiene cuando está moviéndose en alguna dirección y no toma puntos de referencia para establecer un pasado o un futuro porque su atención está puesta en el movimiento, entonces lo que queda es la única percepción posible, la del presente, donde experiencia y presente se podrían tomar como conceptos intercambiables. Claro está que si hablamos de continuidad y de movimiento, el ser o la naturaleza de la mente no pueden ser algo fijo, sólido o estable. Aquí es donde el sonido cumple un papel esencial porque es el medio más adecuado y más rápido del que disponemos en este plano para sintonizar con ese estado fundamental de conciencia, ya que a través de la escucha atenta y del reconocimiento de las cualidades de vacuidad, impermanencia e interdependencia que posee, por solo nombrar las más sobresalientes, el individuo queda en el umbral de una experiencia radicalmente profunda y por sobre todo real.
Una mención especial merecen los mantras y la práctica o camino que se conoce como Mantra Yoga. Esta disciplina es uno de los capítulos más importantes dentro del Nad Yoga, así como lo es el Bhava Yoga que incluye todas las formas de canto devocional más desarrollado en cuanto a melodía y letra. La palabra Mantra está compuesta por el sustantivo manas y la raíz verbal tra que significa proteger, así, someramente, se puede definir un mantra como aquello que protege la mente. Pero surge la pregunta, ¿contra qué la protege? Contra la visión sólida y dualista tanto del mundo como de nosotros mismos. El aspecto más interesante es que ésta visión dualista se basa en la percepción egótica de las experiencias cuya característica principal es la palabra y el pensamiento discursivo. Paradójicamente el Mantra Yoga usa palabras para trascender las palabras. En este sentido queda muy claro que preocuparse desmedidamente por el significado de los mantras es una actividad limitada y fútil desde una mirada más profunda. Basándonos en lo expuesto en párrafos anteriores sobre la perspectiva y enfoque del trabajo y lo relacionado a la simbología del sonido en este plano, queda en evidencia el funcionamiento y objetivo de los mantras, en cuanto combinaciones sonoras audibles que representan aspectos sutiles de la mente con los cuales el individuo se sintoniza y consecuentemente se identifica, permitiendo la expresión concreta de esos estados aquí y ahora. De aquí surge otra práctica importante dentro del Nad Yoga que se llama Shabda Yoga y se relaciona con la palabra articulada por la voz, con la letra (Varna) y finalmente con los nombres de las cosas. Siguiendo la visión tántrica en esta práctica, se desliza el concepto de “nombre natural de las cosas” que tiene estrecha relación con la teoría de los mantras. El nombre natural de cualquier elemento manifestado es el sonido o la sonoridad inaudible que genera la interacción de las fuerzas constitutivas de ese elemento, por ello los mantras y las palabras sagradas representan el recurso sonoro audible que se encuentra más cercano al nombre natural de las cosas y a su forma sutil.
Para terminar quisiera hacer algunas consideraciones respecto a la forma de abordar las diferentes disciplinas que utilizan el sonido como herramienta terapéutica y de sanación. La idea o el deseo que subyace a éstas actividades es generalmente el que el paciente se vea aliviado de alguna afección o, en el mejor de los casos, sanado. Y eso está muy bien. El error básico consiste en que ese deseo se transforma y pasa de ser un objetivo actuando como direccionador del trabajo a un resultado a alcanzar, por que el terapeuta se posiciona desde el lugar de que “él” va curar al paciente,“él” lo hará sentir mejor o aliviará su afección, lo que establece una relación desde el ego, que sencillamente impide poder dar lo que el otro necesita en ese momento. De esta manera, la intención queda atada al ego cuya característica resultadista obstaculiza la comunicación real con el paciente, la espontaneidad y la capacidad de alinearse con ese estado mental en el cual se comparte el mismo espacio y desde donde surge la acción correcta, entendida como aquella que se hace necesaria en ese momento de acuerdo a la interrelación de todos los factores en juego y que por ende es la más adecuada.
Finalmente me gustaría plantear el siguiente interrogante: si decimos que la naturaleza del ser humano es completa ya y equilibrada, si consideramos que contiene al cambio pero esencialmente no cambia por lo tanto no sufre y nos esforzamos por alcanzar ese estado de paz y felicidad suprema que es la consecuencia de la integración total y unidad esencial, si la cualidad básica de la conciencia es la pureza, ¿Qué es entonces lo que se purifica? ¿Se puede ir creciendo gradualmente en purificación? ¿O será que el proceso es el inverso, que al soltar los velos que oscurecen el estado fundamental puro éstos se caen por su propio peso? Y las llamadas terapias armonizadoras ¿Qué es lo que armonizan? Si el estado esencial de la mente es armónico por naturaleza ¿Será posible armonizarlo más? ¿O esto refleja la visión dualista es su máxima expresión o tal vez el llamado materialismo espiritual? Podríamos pensar que aquello que se armoniza son los aspectos superficiales y no la base fundamental, pero entonces ¿Es necesario el gran desgaste de energía que implica luchar con cada manifestación de la escisión original? ¿O es más sensato corregir el desvío inicial de manera que todos los aspectos superficiales del ser humano se equilibren en cascada? ¿No será en realidad que la armonía que se busca surge naturalmente al integrar todos los planos en los que funciona el hombre en un todo indivisible bajo la luz de la atención mental abierta y desprejuiciada? ¿Y que la bondad de las terapias armonizadoras está en cuan directa y abiertamente dirijan este proceso de autoconocimiento?
Saquen sus propias conclusiones.
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